Le doy vueltas a la cabeza pensando cómo va a ser mi escapada de playa perfecta. Me tomo estas cosas muy en serio. Una no puede ser una diva de ciudad y dar penita sobre la arena. Saco la artillería pesada, igual que cuando quedo para cenar pulpo en la barra de un restaurante estrella Michelin y me llevo una biker gris de Louis Vuitton con el collar Wing de Lanvin abriendo sus alas.

Visualizo en mi ensoñación veraniega un Campari, con su rojo brillante entremezclado con naranja y hielo. Llevo un vestido de crochet de Chanel o tal vez algo ligero de Missoni... y mis sandalias de tachas de Zanotti para Balmain. Balanceo un exclusivo bolso Antigua de LV, una de esas maravillas que nos regaló Marc Jacobs . De él asoma –maravillosa- mi toalla de Hermès.

HERMÈS: LA SIESTA DE PLAYA MÁS CARA DEL MUNDO

Leí en algún sitio que habían sido diseñadas para las playas pedregosas de Montecarlo y Capri. De ahí su extraordinario grosor. Me parece una razón tan buena como cualquier otra para justificar que sean tan mullidas, tan suaves, tan excepcionalmente lujosas. Mi santo asegura que una toalla de playa tiene que ser para dos. Los de Hermès me entienden: yo quiero mi espacio, mi hueco y mi toalla. Para mí sola. Se equivocan los que creen que sus patrones de color o sus diseños son extraños. Nada menos chic que ser poco creativo. Cuando me levanto de mi toalla Les Léopards de Hermès y veo sus dos leopardos impresos enfrentados, esa fantasía india en color rosa, sé que no hay otra igual.
Ser yo no es barato. Y qué le voy a hacer, como diría Serrat. Cierto, una toalla de Hermès cuesta unos 420€, y subiendo. Porque el lujo siempre se encarece. Por eso es bueno tener siempre a mano el teléfono de Eugenio, de Bolsos de Firma. Mueve sus hilos mágicos y… con algo de suerte, puede conseguirte esa toalla de Hermès o de Missoni que te cambiará el verano. Porque la firma con el más vibrante zigzag también hace unas toallas memorables. Tejida con el mejor algodón, una toalla Missoni cumple con otro de mis requisitos imprescindibles: que sea divertida y fácilmente reconocible entre las sosas telas de mis vecinos de arenal. Rayas, ángulos, flores, mariposas, es lujo de espíritu contestatario, pero lujo al fin. Mi marido las prefiere porque son más anchas y cabemos los dos… él dice que quiere compartir toalla porque me quiere pero yo creo que lo que de verdad le importa es minimizar el número de cosas con las que nos desplazamos a la arena.

 

BOLSOS Y PERTRECHOS PARA LA ARENA O EL YATE

Por eso he decidido que él lleve su propio bolso. Debería decir “que lleve como suyo el que fue mi propio bolso”. Y es que mi querido marido es muy de eso: de reñirme por dejarme las pestañas en la web de Bolsos de Firma y, después, preguntarme si puede meter sus cosas en la bolsa blanca de asas de piel que nunca usas. “¿La bolsa blanca?… La bolsa, como tú dices, es un shopping de Hermès que cuesta casi como el alquiler del apartamento una semana”, le digo. Bueno, aunque me ha costado muchísimo menos gracias a Bolsos de Firma, que lo tiene por 320€ recién salido de una limpieza completa en la boutique de Ortega y Gasset. Más convencido que nunca de que ese, y no otro, será su bolso de playa para esta temporada, mi santo mete su indestructible y masculino neceser bolide negro (340€ en Hermès y 185€ en Bolsos de firma), sus gafas unisex de Louis Vuitton y escoge la toalla Hermès más pequeña y valiosa que tenemos en casa: la “Cadran Soleil”. La que guardo para cuando nos invitan a ir de yate los amigos de mis suegros, que son los únicos que siguen teniendo yate a estas alturas porque ya han pagado todas las ortodoncias, colegios y másters de sus descendientes, y mantener el yate no les agobia como a los demás mortales. La “Cadran Soleil” tiene el tamaño justo para extenderla en la cubierta del velero de Pipe y Matilde, sin que mi suegra me mire pensando: “ya está esta mujer acaparándolo todo”. Y cabe en mi Shopping Anagram de Loewe, que es muy discreto y muy español, para que mi suegra no se mosquee por dejar todo el dinero al otro lado de los Pirineos (mal sabe ella que mis inversiones empiezan y rematan haciendo click en www.bolsosdefirma.com o visitando la tienda de Bolsos de Firma en la calle Alberto Alcocer de Madrid). Creo que le voy a regalar ese tote Chanel Canvas tan marinero al que hace tiempo que he echado el ojo. Me la gano, seguro.


NOVEDADES PARA VERANO EN BOLSOS DE FIRMA

En fin, que ni en sueños dejo de pensar en Bolsos de Firma. He hecho repaso de imprescindibles. Me pido algo de LV en Damier Azur. Lo que sea. No hay verano sin el damero blanco y azul de la maison parisina. Estos chicos de Vuitton, por más que en ocasiones intento despegarme de ellos… sigo enganchada. Por eso, pase lo que pase, no me moriré tranquila sin calzarme las sandalias LV Backstage que me traen a mal traer. Y las bailarinas de Chanel, claro, también me las tengo que comprar. Que no se me adelante nadie, que doy demasiadas pistas y luego me encuentro con el “vendido”, en rojo, y me da la pálida. ¿Y la cartera de Valentino o la YSL? ¿Y el collar turquesa de Dior, del que me enamoré en una sesión de joyas de Vogue Complementos y he visto ahora en la web de Bolsos de Firma?… a precio de collar de Uterqüe (perdóname, Amancio, pero no hay color).